AVALANCHA DE LECTURA
Muchos estudiantes y profesionales se sienten
agobiados ante la constante crecida de material que tienen que leer.
Por ejemplo, los estudiantes de Bachillerato o Universidad tienen que hacer
con mucha frecuencia trabajos escritos de las distintas asignaturas.
Necesitan consultar en multitud de libros, artículos de revistas y
publicaciones diversas. De todo ese material han de
entresacar las ideas y contenidos que sean aprovechables para la realización
del trabajo. Para ello les ayuda mucho la posibilidad de leer con
rapidez.
Otro ejemplo puede ser el del director de una pequeña
empresa que tiene que leer a diario toda la
correspondencia de entradas y salidas para informarse con rapidez y tomar las
decisiones oportunas.
Se cuenta que Rockefeller nunca echó al cesto de los
papeles un oferta sin haberla leído previamente. Para esto se necesitan unos
positivos hábitos de lectura. En España se publican más de
43.000 libros cada año. A éstos habría que añadir los
ya existentes y los publicados en el extranjero,
para hacernos una idea del crecimiento constante de la bibliografía.
También hay que tener en cuenta los 100.000 artículos aparecidos en
revistas especializadas, los periódicos, los millares de folletos de
propaganda, la correspondencia y la legislación que aparece diariamente.
Aunque no haya que leerlo todo, el volumen de material es tan grande que puede
resultar agobiante para muchas personas.
Algunos profesionales que necesitan leer mucho
cada día suelen hacerse su propio método de lectura y logran
rendimientos superiores a los demás. Pero la mayor parte
de los lectores tienen una destreza de lectura no demasiado
satisfactoria. Aprendieron a leer en la escuela pero no se han preocupado
de adquirir hábitos positivos de lectura ni de desterrar
los posibles defectos.
No todas las lecturas han de hacerse a la misma
velocidad. No es lo mismo una obra científica o filosófica que una
novela, ni es lo mismo un libro de texto que una lectura de
pasatiempo. Hay que aplicar a cada lectura la técnica adecuada. Pero
siempre es positivo tener la destreza de leer a gran velocidad
los materiales que lo permitan.
En los cursos de lectura rápida se suele duplicar la
velocidad elevando ligeramente la comprensión.
Pero para conseguir esos resultados hace falta esfuerzo,
sobre todo cuando hay que superar impedimentos fisiológicos o dificultades psicológicas. El
tiempo ganado con la lectura rápida puede dedicarse a leer más o a
reflexionar.
Arturo Ramo García